ALFONSO EN EL CRISTO

Al final, conseguimos juntarnos un bonito grupo, variopinto pero ilusionado. Gente con larga experiencia (los unos) del Club Dokukudo, que seguro que se lo pasaron muy bien observando la desfachatez técnica de los que nos atrevíamos con la experiencia (los otros), de transmutar un bokken por un iaito. Experiencia grata y frustrante, al comprobar una vez más como la teoría no sustituye a la práctica, como el cuerpo no obedece las ordenes que le da la cabeza y el sable cobra vida propia para hacer lo que le viene en gana. Al final de una bonita mañana de frío invierno -ya se que estamos en otoño, es sólo una licencia poética- concluimos la gratificante experiencia de asentar nuestro ego en su sitio, de nunca debió salir, concluyendo con el agradecimiento a "Fonso" por su inestimable esfuerzo -mermado un poco por limitaciones circunstanciales en el habla- de transmisión del iaido y, con la esperanza de que esta no sea más que el primer encuentro de una fructífera relación.